El pecado es un concepto que relaciona al hombre con Dios, no es un concepto ético. Es confesar una relación anómala con Dios, por lo tanto es un concepto teológico no ético. Ser santo es ser fiel a Dios, a su voluntad. De la misma manera que decimos que lo opuesto a bueno es malo, lo que se opone a pecado es no ser fiel a Dios (no ser santo) 1.
La razón nos dicta si un acto es bueno o malo siguiendo la ética del acto, pero la religión nos dicta algo más de lo que nos dicta la razón. Seguir a Cristo es ir más allá de lo que nos dicta la razón. Por eso Jesucristo dijo: “No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.” (Mt. 5,17), es decir es hacer más de lo exigido por la razón. La gracia divina hace que Dios nos de lo que necesitamos, no lo que merecemos por nuestros actos.
Un acto es malo si transgredimos el derecho del otro, desde el punto de vista ético. Un acto es pecado si lo que hacemos niega lo que Dios quiere para el hombre.
El pecado de Adán y Eva (pecado original), es la motivación del bautismo. Cualquier ser humano debería nacer santo incluso antes de tener conciencia y voluntad, ya que nuestra relación con Dios quedó desvirtuada en el pecado original. El bautismo nos reintegra a la santidad debida. Cualquier niño no nace santo pero no significa que el niño ha cometido maldad.
Todo lo malo es pecado, pero no todo pecado significa que sea malo desde el punto de vista de la razón. Ejemplos: el ayuno el viernes santo puede razonarse que es malo porque atenta contra el principio necesario de alimentarse. Sin embargo es bueno porque se dirige a un Bien Superior. Reproducirse es bueno: “...Sed fecundos y multiplicaos…” (Gn 1,28), pero es pecado si se incurre en fornicación. El mártir entrega su vida por un Bien Superior.
El pecado de omisión no coincide con un acto malo: es el bien que debía hacer y no hice. Es no optar por el Bien Superior que es Dios, que está por encima de lo que dicta la razón. San Agustín dijo: "La naturaleza humana fue creada en grandeza tan excelsa, que, dado que es mudable, sólo adhiriéndose al bien mudable, que es el Sumo Dios, puede conseguir la felicidad,…” (De civ. Dei, 12, 1, 3: PL 41, 349.). Los bienes materiales son pasajeros y no colman nuestra ansia de felicidad y plenitud. Si opto por beber un vaso de agua o un refresco, lo placentero es el refresco, sin embargo lo saludable (no contiene azúcar ni otros elementos) es el agua.
Un adicto busca el bien pasajero, pero falsea la realidad, le hace olvidar el hecho que le desencadenó su adicción. Sin embargo es malo desde la perspectiva del Bien Superior.
Cuando se experimenta la Bondad de Dios es difícil no sentirse pecador, los santos siempre se han confesado pecadores. También experimentan de una forma más intensa la gravedad del pecado. Toda insatisfacción se sacia con el Bien del Padre, por ejemplo el hijo pródigo (Lc. 15), cuando come con los cerdos se da cuenta que en la casa de su padre tendría el alimento que lo llenaría de forma satisfactoria.
Por lo tanto salir del pecado es salir del bien material, ser cristiano es ser santo tomando como referencia la vida de Jesucristo.
1En: https://youtu.be/SZLlKZ13YcQ?si=qU4ws3JtNq4Vg514 (09/11/2024)
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