viernes, 22 de noviembre de 2024

¿Se puede demostrar la existencia de Dios?


   Depende de lo que entendamos por demostración. Tomemos unos ejemplos. La  demostración matemática parte de unas premisas definidas y deducimos un resultado determinado. Con la demostración física partimos de unos hechos observables que dan unos resultados con los que elaboramos unas leyes, que en principio son concluyentes hasta que descubramos otras leyes que las amplíen o contradigan. Tanto la una como la otra no son aplicables para establecer la existencia de Dios.

    La demostración metafísica usa el razonamiento filosófico para alcanzar la estructura esencial de la realidad de las cosas. Si partimos de la naturaleza de un ser para deducir sus propiedades la llamamos “a priori”, que no es aplicable a Dios, ya que no conocemos exactamente la naturaleza divina. La demostración “a posteriori” parte de un efecto del que deducimos su causa. Esta sí es aplicable al caso de Dios, parte de hechos observables que solo pueden ser explicables desde un principio metaempírico necesario.

    Cuando observamos la belleza, la bondad, la justicia, estamos ante verdades eternas por encima de la temporalidad de las cosas y del propio ser humano. Una flor posee belleza que pierde al marchitarse, pero la belleza como concepto está por encima de ella, incluso del observador. Desde las cosas y su perfección se llega a Dios, Ser que es Perfección Pura, separado y no equiparable a las criaturas pero del que participan.

    La vía de acceso a Dios es un proceso racional que parte del análisis de la realidad sensible, pero a su vez ayudado por la capacidad y disposición a lo trascendente que tiene la naturaleza humana.

    Por lo tanto la fe y la razón se complementan cada una dentro de su propia autonomía, aunque ambas provienen del mismo punto, es decir, de Dios como Primera Verdad.

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