miércoles, 13 de octubre de 2021

Marxismo y cristianismo incompatibles

Planteamiento

El marxismo y el cristianismo son iguales en cuanto que proponen la comunidad de bienes.

    El cristianismo y el marxismo son dos realidades totalmente opuestas, de hecho no pueden ser comparadas. La misma comparación de dos términos totalmente diferentes hace que sea vana e inútil la analogía. El cristianismo es una religión revelada al hombre por el mismo Dios, como prueba de su amor y misericordia. El marxismo y por ende el comunismo es un movimiento social y político que anula a la persona en favor de un futuro utópico de bienestar social organizado y dirigido por un Estado.

El marxismo

    Nace en la primera mitad del siglo XIX como respuesta a las debilidades del liberalismo. Este liberalismo se basaba en la libertad de acción de los agentes sociales, solamente limitada por la ley, donde la intervención del Estado es mínima o nula. A partir de las injusticias generadas por el liberalismo surge la idea de que el Estado debe intervenir para compensar las injusticias generadas por el sistema económico. En este punto surge como opción extrema el marxismo, postulado por Karl Marx en "El capital". Los rasgos propios son: Negación de la propiedad particular; materialismo, solo existe lo material; la clase social es el sujeto de la historia; lucha de clases en su constante enfrentamiento entre opresores-oprimidos; victoria final conseguida a través de la revolución. 

    En el estado comunista la propiedad está en manos del Estado que a través de un gran aparato burocrático gestiona y hace previsiones sobre la economía. El principal problema es que no se tiene en cuenta las necesidades reales de la sociedad, sino los intereses particulares de los grupos dirigentes.

    En definitiva el Estado es quien impone los mínimos de supervivencia de cada individuo anulando cualquier iniciativa privada. El Estado y por lo tanto los dirigentes son los que definen la justicia social, a cambio de anular al individuo. Por lo tanto el Estado es el dueño de los bienes.

El cristianismo

    Utilizando una definición débil es la religión de los seguidores de Cristo, nace hace más de 2000 años, aunque como religión revelada que es, Dios ha hecho partícipe al hombre de su misericordia desde la Creación. Desde los primeros años los cristianos seguían el mandato de amar al prójimo como a sí mismos, lo que les hacía singulares en un mundo egoísta, al compartir sus bienes con los más necesitados, (Hch 2:44-45). Ser justos con el hermano es la respuesta del don de la creación que es gratuito para todos y por lo tanto los bienes se dice que tienen un fin común. Compartir los bienes para el cristiano parte del respeto a la persona del hermano y a sí mismo.  Se respeta la propiedad privada, lo material se valora como don de Dios; el sujeto de la historia de la salvación es la persona; no existe una lucha de clases ya que todos compartimos el ser hermanos e hijos de Dios. Y sobre todo se valora la libertad del hombre, don divino por el que cada cual se autodispone para dar y recibir.

Comunidad de bienes en los antiguas comunidades

    El capítulo 2 de Hechos relata que «todo lo compartían» y que quienes poseían propiedades las vendían para distribuir lo obtenido entre los necesitados (Hch 2:44-45). Este hecho se considera como herencia de la Ley judaica y los profetas quienes animaban a ayudar a los pobres. “44Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; 45vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.” (Hch 2,44-45). Partir el pan se refería a la celebración eucarística, la compartición de bienes se refería al ágape o comida comunitaria posterior a la celebración. No cabe duda que existía una caridad que seguía el mandato de Jesús sobre la opción preferencial por el pobre. Al ampliarse el número de fieles la organización para compartir los bienes se solucionó nombrando diáconos. También las persecuciones contra los cristianos y la gran hambruna de Judea durante el imperio de Claudio cambió el panorama, (Hch 11:28-30). También Flavio Josefo se hace eco en su obra Antigüedades judaicas.

    Se tiene constancia de que se celebraba un almuerzo o cena en común en Jerusalén, pero no en las comunidades de Grecia, Asia y Roma. En ningún momento se institucionaliza la comunidad de bienes como hecho constituyente.

Diferencias

    El marxismo afirma que Dios es una idea creada por el hombre. La Sagrada Escritura nos dice que el hombre es creado por Dios. Dios nos manda amar al enemigo, el marxismo manda destruirlo. Dios nos dice que todas las injusticias del hombre (incluida la injusticia social) proviene del pecado y éste es consecuencia de no cumplir su Palabra. El marxismo nos dice que la injusticia proviene de las estructuras de la sociedad creadas por el poder y el dinero. El cristianismo persigue la salvación del hombre del pecado. El marxismo persigue el poder a través de anular a la burguesía y entregarlo al proletariado.

Doctrina Social de la Iglesia (DSI)

    Desde los primeros tiempos del cristianismo y siempre a partir del mandato divino “amarás a Dios y al prójimo como a ti mismo”, se generó una moral social de comportamiento con el prójimo y con el tiempo, la Iglesia fue desarrollando una doctrina social.

    La base de la DSI es la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios; y como consecuencia su sociabilidad. Por lo tanto la persona tiene una dimensión individual y otra social. En cuanto al ámbito individual la persona se rige por el principio de libertad siendo responsable de su propio destino. Este principio se extiende a la familia, sociedad y país, respetando la propiedad privada y la libre empresa. También se respeta el principio de subsidiariedad, por la que el Estado no debe interferir en la libre iniciativa de las personas, ayudando a las instituciones y asociaciones para conseguir el bien común. En cuanto a la dimensión social de la persona se afirma que el destino de los bienes es universal, Dios crea el mundo para todos, no para unos pocos. El principio del bien común persigue la perfección de la persona. El principio de solidaridad debe regir la interdependencia de las acciones humanas y se relaciona con la justicia social y la caridad. Esto último se opone frontalmente con el individualismo social (liberalismo) y el colectivismo (marxismo). El último y no menos importante es la opción preferencial por el pobre, por el que se afirma la universalidad del ser.

    Todos estos principios justifican la caridad que desde el principio del cristianismo hacía que se compartieran los bienes, no solo entre los cristianos sino con otras personas ajenas.

Conclusión

    El cristianismo respeta ante todo a la persona, creada por Dios a su imagen y semejanza. El colectivismo (marxismo) anula a la persona en favor del grupo, siendo dirigido por un Estado que absorbe toda iniciativa personal. No hay que confundir la caridad cristiana, que nos hace compartir los bienes, con la imposición por un Estado totalitario que anula la libertad personal en favor de la comunidad de bienes. La Iglesia ha orientado a sus fieles, oponiéndose tanto al marxismo y como al capitalismo liberal (Ver Rerum Novarum, León XIII, 1891). Por lo tanto hay que considerar como manipulación de determinados sectores políticos toda comparación entre cristianismo y marxismo, con fines evidentes.

 

Bibliografía 

- CEE, Sagrada Biblia, en: https://conferenciaepiscopal.es/biblia/ (13 Oct 2021)

- León XIII, Rerum Novarum, en:

https://www.vatican.va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum.html (13 Oct 2021)

- Flavio Josefo, Ant. VII 13,4

 







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